miércoles, 22 de diciembre de 2010

Parte4/4-Aprender a educar sin gritos,ni castigos

Ayudar a los niños a resolver conflictos emocionales


P
Responder con amor a una agresión entre hermanos
Cuando mi hijo Lennon tenía cuatro años, empezó a molestar, a veces de forma agresiva, a su hermano de un año de edad, Oliver. Como este comportamiento era nuevo en nuestro hogar, al principio no pensamos mucho en ello, simplemente le decíamos que parase de hacerlo y no le hacíamos mucho caso. Dos semanas más tarde, cuando estaba sola con Lennon, le expresé mi amor por él y le dije que era una persona maravillosa. Su respuesta fue como una sacudida: “Tú no me quieres. Soy terrible”.
“¿Por qué?”, pregunté con ansiedad, y él me respondió: “Porque le hago daño a Oliver”. Un niño que nunca había recibido un castigo y que siempre había sido alegre y encantador estaba allí sentado ante mí sufriendo celos, y estaba desarrollando una pobre imagen de sí mismo.
Aquel día empecé a abrazar a Lennon cada vez que molestaba a Oliver. Sé que esto puede sonar como un premio, y no solo para nosotros los adultos. Un niño que se siente mal por dentro no ve que se esté portando mal. Ve que siente un dolor muy profundo, soledad, falta de amor y pérdida de control. Yo respondí a su petición de ayuda y amor, dándole lo que necesitaba.
Me di cuenta de que mi reacción inicial estaba basada en el miedo, y por eso mismo era contraproducente. Cuando le expliqué a Lennon que le estaba haciendo daño a su hermano y le pedí que dejara de molestar, fue entonces y solo entonces cuando reforcé sus sentimientos de “ser malo” y él los internalizó. Si yo hubiera seguido enseñándole que estaba haciendo algo malo, puede que hubiese acabado por convertirse en un abusón resentido. En lugar de eso, cambié mi comportamiento y respondí a su necesidad de amor.
Descubrir la fuente del problema –los celos– me llevó a dedicarle a Lennon un montón de tiempo en exclusiva y a levantar la imagen que él tenía de sí mismo. “Tengo tanta suerte de vivir contigo”, “Eres tan importante para mí”, “Te quiero”, son palabras que compartimos en el tiempo que pasamos juntos. Si le hacía daño a su hermano, yo le detenía con amabilidad (retirando al bebé, en lugar de apartarlo a él, si era posible), le daba mi amor, y le decía “Veo que quieres hacerle daño a tu hermano. Es normal que te sientas así. Te quiero lo mismo cuando quieres hacerle daño. Cuando crezcas serás capaz de controlarte a ti mismo, pero por ahora yo te voy a ayudar”. Y le ayudé hasta que recuperó su energía y su amor por la vida, por sí mismo y por su hermano pequeño.
Hay muchas historias como esta en mi familia y en las familias con las que trabajo. El denominador común en todas ellas es la confianza en el niño. Si el niño “se porta mal”, es que está sufriendo y tiene una razón válida para hacer lo que hace. Si nuestra respuesta compasiva no ayuda, eso no significa que tengamos que abandonar la confianza y la aceptación. Más bien, significa que tenemos más que aprender, que la causa es más profunda de lo que podemos ver, y que todavía no hemos resuelto el enigma. Tenemos que seguir buscando o buscar a alguien que nos pueda ayudar.
Puede que nos resulte difícil dejar nuestras reacciones emocionales a un lado. Nuestra rabia, preocupación y problemas no resueltos de nuestra propia niñez pueden ser obstáculos que nos hagan más difícil el prestar ayuda al niño. Cuando me parece que no puedo evitar esa reacción emocional, me aparto de la escena (no tiene por qué ser físicamente), me tomo un respiro y me doy un “tiempo aparte” a mí misma. Trato de conectar con el centro de mis emociones, y me cuestiono la validez de mis pensamientos, expectativas y creencias. Y siempre encuentro que no son verdad, y que sin esos pensamientos negativos yo consigo ser la madre amorosa que deseo ser.
Cuando se les valida y se les escucha, los niños descargan sus trastornos emocionales por sí mismos de forma creativa. Es importante permitir que el llanto siga su curso, mientras le damos al niño nuestra atención total, y desarrollar la capacidad de atender las rabietas y las expresiones de ira. Jugar haciendo ruido, dejarse llevar por la risa tonta o chillar puede ser beneficioso emocionalmente. Aparte de irnos a otra habitación, o pedirle al niño que juegue en otra habitación, o incluso afuera, todo eso no tiene “cura”. Más bien, esos comportamientos son la propia cura, la forma en que el niño se cura a sí mismo de muchos de los trastornos que sufre en su vida diaria. Los niños tienen una capacidad mágica para dirigir sus propias escenas dramáticas. Podemos confiar y aprender de ellos.
Esta puesta en mis padres
Cuando hacemos frente a un comportamiento de nuestro hijo o hija que nos altera, tenemos dos opciones. Podemos responder desde nuestro miedo, o podemos dudar de nuestros pensamientos y descubrir por qué el niño está actuando así. Una vez hayamos comprendido eso, podremos responder con amabilidad, y no con juicios o de forma controladora.
Aunque a veces los padres pueden necesitar la ayuda de un consejero o consejera, desarrollar la confianza y la capacidad de escuchar y conectar siempre es un buen camino hacia una vida familiar armoniosa y unos hijos saludables emocionalmente y con confianza en sí mismos.
----------------

Parte3/4-Aprender a educar sin gritos ni castigos

Al contrario de lo que preocupa a tantos padres, los niños distinguen bien entre el apoyo a una necesidad emocional y el cheque en blanco a la destrucción. No van a volverse destructivos ni a despreciar las propiedades de valor. Todo lo contrario. Si pueden expresar sus necesidades con libertad y de forma segura, les permitiremos ser pacíficos y respetuosos con las posesiones que nos importan, y tendrán clara la distinción entre lo que se puede romper y lo que no. Nuestros miedos no solo son infundados, sino que además entorpecen nuestra capacidad de dar apoyo a los niños.

Responder a las causas
Cuando los niños se comportan peor es cuando más necesitan nuestro amor. El verdadero impulso destructivo es aquel que es peligroso o demasiado difícil de reparar. En estos casos, habría que ofrecer una guía y una atención especial al verdadero origen del problema. La verdadera agresión significa un gran dolor y una necesidad. Un niño necesita saber que expresar rabia con palabras, lágrimas, gritos o formas no dañinas de agresividad está bien, pero hacer daño a los demás o destruir cosas es absolutamente inaceptable y es preciso detenerlo clara y rápidamente. El niño que está fuera de control, con rabia, necesita nuestra ayuda para tratar la fuente de su dolor. Interrumpir su acción no hace desaparecer los sentimientos que la provocaron. Necesita nuestra compasión, amor, comprensión y tiempo de dedicación exclusiva. Pero lo primero es detener inmediatamente el comportamiento agresivo peligroso, sin hacer daño ni ofender al niño.
Puede ser muy difícil a veces, cuando nuestro propio dolor nos lleva a enfurecernos a pesar de nosotros mismos. Necesitamos tratarnos a nosotros con la misma compasión con que tratamos al niño. Igual que él o ella, no podemos permitir que nuestra ira nos dañe a nosotros mismos o los demás, y al mismo tiempo necesitamos poder expresarnos y dejar salir nuestras emociones. En mi trabajo con padres y madres, he visto que gritar no nos ayuda a manejar nuestro propio dolor, sino que más bien lo refuerza.
Si observas a tu hijo o hija, es obvio que su dolor viene de sus propios pensamientos: “No me quieren, no soy buena, mamá no me quiere, necesito que jueguen conmigo, necesito ese juguete…” etc. En el caso de los adultos, nuestra propia rabia se ve alimentada por el mismo tipo de pensamientos confusos: “Mi hija debería hacer lo que yo le digo, tendría que vestirse sola, estar tranquila, darse prisa, respetarme…” etc. Cuando te encuentras lleno o llena de rabia, tómate tiempo para respirar hondo y pregúntate si tus pensamientos son verdad, si son válidos en el presente, si son útiles y si te ayudan a ser el padre o la madre que tú deseas ser. Así calmarás la causa de tu enfado y podrás tranquilizarte lo suficiente como para atender a tu hijo o hija.
Los niños pierden el control igual que los adultos, pero más fácilmente; tienen menos experiencia en el manejo de las tormentas emocionales. Si nos tomamos tiempo para reflexionar sobre nuestros propios sentimientos, ellos aprenderán a hacer lo mismo.
Los niños nos observan para estar seguros de que cuando crezcan serán más capaces de controlar sus propios impulsos. Vernos fuera de control hacia ellos es muy desalentador e incapacitante, y les causa un gran daño personal. ¿Si no podemos controlar nuestros impulsos basados en el dolor, cómo lo van a conseguir ellos? Incluso podemos enseñarles que se pueden cuestionar sus pensamientos dolorosos, mostrando cómo nos cuestionamos los nuestros.
Cuando detenemos de una forma amable una acción peligrosa fuera de control, le damos al niño un triple mensaje: 1) “Puedo contar con mis padres para que me ayuden cuando pierdo el control”, 2) “Cuando crezca seré capaz de controlarme y actuar con compasión como lo hacen mis padres”, 3) “Mis padres ven mi necesidad. No soy malo, es mi acción la que es peligrosa. Me aman y soy digno de ser amado, y, como ellos, aprenderé a expresarme con libertad pero de una forma segura”.
Cuando un niño resulta dañado, deberíamos atenderle primero, sin regañar al agresor. Al ver nuestra compasión hacia el niño que se ha hecho daño, es probable que el agresor sienta remordimiento, aunque haga todo lo posible por fingir que no es así. Si nos centramos en regañar o castigar al agresor, por otro lado, perdemos la oportunidad de mostrarle un ejemplo de cómo cuidar a los demás. Por el contrario, puede que sienta rabia hacia ti y hacia el otro niño, además de odio hacia sí mismo.
Es mejor detener una acción peligrosa con amabilidad y claridad. Un niño necesita recordar que los sentimientos se pueden “expresar”, pero no “llevar a cabo”. Después de atender al niño que ha salido malparado, podemos decirle al agresor: “Veo que estás muy enfadado (triste, atemorizado…). Te ayudaré a descargar tus sentimientos sin peligro y a resolver tus necesidades”.mitir que nuestra ira nos dañe a nosotros mismos o los demás, y al mismo tiempo necesitamos poder expresarnos y dejar salir nuestras emociones. En mi trabajo con padres y madres, he visto que gritar no nos ayuda a manejar nuestro propio dolor, sino que más bien lo refuerza.
Si observas a tu hijo o hija, es obvio que su dolor viene de sus propios pensamientos: “No me quieren, no soy buena, mamá no me quiere, necesito que jueguen conmigo, necesito ese juguete…” etc. En el caso de los adultos, nuestra propia rabia se ve alimentada por el mismo tipo de pensamientos confusos: “Mi hija debería hacer lo que yo le digo, tendría que vestirse sola, estar tranquila, darse prisa, respetarme…” etc. Cuando te encuentras lleno o llena de rabia, tómate tiempo para respirar hondo y pregúntate si tus pensamientos son verdad, si son válidos en el presente, si son útiles y si te ayudan a ser el padre o la madre que tú deseas ser. Así calmarás la causa de tu enfado y podrás tranquilizarte lo suficiente como para atender a tu hijo o hija.
Los niños pierden el control igual que los adultos, pero más fácilmente; tienen menos experiencia en el manejo de las tormentas emocionales. Si nos tomamos tiempo para reflexionar sobre nuestros propios sentimientos, ellos aprenderán a hacer lo mismo.
Los niños nos observan para estar seguros de que cuando crezcan serán más capaces de controlar sus propios impulsos. Vernos fuera de control hacia ellos es muy desalentador e incapacitante, y les causa un gran daño personal. ¿Si no podemos controlar nuestros impulsos basados en el dolor, cómo lo van a conseguir ellos? Incluso podemos enseñarles que se pueden cuestionar sus pensamientos dolorosos, mostrando cómo nos cuestionamos los nuestros.
Cuando detenemos de una forma amable una acción peligrosa fuera de control, le damos al niño un triple mensaje: 1) “Puedo contar con mis padres para que me ayuden cuando pierdo el control”, 2) “Cuando crezca seré capaz de controlarme y actuar con compasión como lo hacen mis padres”, 3) “Mis padres ven mi necesidad. No soy malo, es mi acción la que es peligrosa. Me aman y soy digno de ser amado, y, como ellos, aprenderé a expresarme con libertad pero de una forma segura”.
Cuando un niño resulta dañado, deberíamos atenderle primero, sin regañar al agresor. Al ver nuestra compasión hacia el niño que se ha hecho daño, es probable que el agresor sienta remordimiento, aunque haga todo lo posible por fingir que no es así. Si nos centramos en regañar o castigar al agresor, por otro lado, perdemos la oportunidad de mostrarle un ejemplo de cómo cuidar a los demás. Por el contrario, puede que sienta rabia hacia ti y hacia el otro niño, además de odio hacia sí mismo.
Es mejor detener una acción peligrosa con amabilidad y claridad. Un niño necesita recordar que los sentimientos se pueden “expresar”, pero no “llevar a cabo”. Después de atender al niño que ha salido malparado, podemos decirle al agresor: “Veo que estás muy enfadado (triste, atemorizado…). Te ayudaré a descargar tus sentimientos sin peligro y a resolver tus necesidades”.

Parte2/4-Aprender a educar sin gritos,ni castigos



Ayudar a los niños a resolver conflictos emocionales


Por Naomi Aldort
el poder del silencio
Aunque sabemos que en nuestra sociedad, por lo general, el silencio resulta incómodo, no decir nada puede ser lo mejor que podemos hacer para el bienestar emocional del niño. Escuchar atentamente y en silencio es un voto de confianza, respeto y amor. La escucha le da al niño un claro mensaje de que nos interesa, le aceptamos –sea cual sea su estado de ánimo–, confiamos en él o ella y respetamos su forma de descargar el dolor. Aun sabiéndolo, a veces me sorprendo a mí misma dándoles consejos a mis hijos, a pesar de mis buenas intenciones. Cuando me ocurre esto, me disculpo y sigo escuchando.
Si percibes que decir palabras de validación no hace más que aumentar el enfado de tu hijo o hija, acuérdate del silencio. El niño necesita ser escuchado, y ofrecerle el regalo del silencio es a menudo el mejor camino hacia el amor. La validación auténtica, sin interpretar los sentimientos del niño y sin juicios ocultos ni consejos, ayudan al niño a expresar sus sentimientos sin llorar, lo que lleva a su recuperación emocional. Aunque puede que nos sintamos incómodos ante la expresión dramática de sus emociones, para el niño es una forma saludable de dejarlas salir.
Más de una vez he escuchado juramentos de odio entre hermanos que gritaban: “¡No voy a volver a jugar nunca más con él!”, y yo no dije nada más que: “Oh” al final del todo, y siempre recibí al cabo de unos minutos el premio de una risa procedente de la sala de juegos. Cuando los sentimientos de odio se expresan libremente ante alguien que escucha con amor, el niño puede superar esa emoción y volver a experimentar amor y felicidad.


¿Y si un niño es “destructivo”?
Los padres formulan a menudo esta pregunta sobre la forma de expresión que elige su hijo o hija. “Sí –dicen–, todo eso está muy bien, pero ¿qué pasa si, para expresar su ira y ansiedad, el niño es destructivo o le hace daño a alguien?”
Empecemos por pensar qué significa “ser destructivo”. Si la acción es segura para todos, ¡dejemos que el niño lo haga! De hecho, padres y madres pueden alentar formas de agresividad no peligrosa, de manera que el niño sienta que tiene poder. Muchas agonías infantiles se deben a que se sienten impotentes, controlados e indefensos.
Un día, cuando uno de mis hijos tenía cuatro años, vació toda la ropa de su armario alegremente. Yo respondí con un dramático “¡Oh, no!” que le proporcionó el sentido del poder que estaba buscando. Yo volví a colocarlo todo en su sitio, solo para que él pudiera repetir la “terapia”. Confié en su necesidad de hacerlo y en la utilidad del proceso. Pasados dos meses jugando a esto y a otros “juegos de poder” que no comportaban riesgo alguno, este comportamiento desapareció, y con él un montón de estrés relacionado con los celos hacia su hermano que entonces era un bebé. (En mi libro Raising Our Children, Raising Ourselves –en español, Aprender a educar sin gritos, amenazas ni castigos– hay todo un capítulo sobre las posibilidades casi milagrosas de los “juegos de poder” y cómo jugar a ellos).
Lo mismo puede aplicarse a los juegos agresivos entre niños. A menudo, jugar a luchar es una terapia muy eficaz para todos los que participan en ella, o simplemente pura diversión. Cuando nadie está sufriendo ningún daño de verdad, lo mejor es que los adultos nos apartemos a un lado. Una vez más, la norma es confiar. Si alguien se hace daño, vendrán a buscar ayuda. Cuando participa un bebé en el juego o nos preocupa algo en especial, podemos seguir nuestro instinto, observar y comprobar que todo está bien, pero deberíamos tratar de permanecer tan invisibles como podamos.
Hay muchos ejemplos de agresividad no dañina, así como actividades que pueden redirigirse muy fácilmente hacia otras más seguras. Si a un niño le gusta rasgar libros, esa actividad puede redirigirse hacia una pila de revistas viejas; pintar las paredes puede convertirse en arte sobre papel. Una simple necesidad de romper cosas se puede redirigir para encender una hoguera con una pila de madera al aire libre, o romper algún material inútil que tenemos intención de desechar. Cuando algo es seguro no es destructivo.

Parte 1/4-Aprender a educar sin gritos ni castigos

Ayudar a los niños a resolver conflictos emocionales


Por Naomi Aldort
Dahlia corría alrededor de la casa, gritando y llorando. “¡La odio! ¡La odio! ¡No voy a jugar con ella nunca más!” Al final, sus pasos se fueron haciendo más lentos, y le contó a su padre lo que había pasado. Él escuchó con atención. Cuando Dahlia terminó de hablar, su padre le preguntó: “¿Quieres contarme algo más?” La niña añadió algunos detalles y acabó llorando amargamente. El padre la escuchó. Cuando Dahlia acabó, él reconoció: “Lo comprendo, y te quiero mucho”. Dahlia aceptó el abrazo y el apoyo de su padre, mientras sollozaba en sus brazos. Luego, la tormenta de lágrimas terminó tan repentinamente como había comenzado. Dahlia se levantó y anunció con alegría: “Papá, ¿sabías que mañana Tina y yo iremos juntas a la playa? Estamos construyendo una casita de madera, con Adam y Tom. Antes de ir, le diré a Tina que no voy a volver a estropear su trabajo, y seguro que ella será amable conmigo”.
¿Qué hizo que este conflicto tuviera un final feliz? ¿Cómo consiguió Dahlia salir de su enfado por completo y ser consciente de su parte de responsabilidad en el asunto?
En la reacción del padre, hubo tres ingredientes principales que ayudaron mucho: 1) Atención, 2) Respeto y 3) Confianza. Él le ofreció a su hija atención total, y la tomó en serio mientras ella descargaba sus sentimientos. Él la respetó y confió en ella, sin intervenir ni darle consejos. Expresó amor incondicional y permitió que Dahlia se sintiera poderosa y dueña de sí misma. En otras palabras, el padre se limitó a seguirla y apoyarla, mientras que ella resolvía su propio conflicto. Al final, cuando la copa de su enfado quedó “vacía”, ella estaba preparada para asumir su responsabilidad y actuar.
A algunos padres les sorprenderá no solo que Dahlia recuperase el ánimo, sino también que pudiera admitir su propia responsabilidad en el asunto y tuviera el propósito de comportarse mejor. Habría sido tan tentador para su padre acusar: “¿Y tú qué has hecho para que ocurra esto?” o aconsejar: “Podríais juntaros las dos y hablar de ello”. En cambio, gracias a la confianza y el apoyo de su padre, Dahlia tuvo el poder de generar su propia comprensión del asunto.
A menudo nos sentimos tentados de compartir nuestra sabiduría y dar consejos a los niños en lugar de escucharlos. No obstante, cuando les damos un consejo o una interpretación de los hechos como: “¿Y tú? Seguro que también le has hecho daño”, o “Me tendrías que haber llamado”, o cualquier otro comentario que represente nuestra propia percepción de la situación, el resultado es casi siempre una escalada en el estado de alteración del niño hasta derivar en una rabieta mayor. ¿Por qué? Porque ahora, además de la pena con la que ya está lidiando, estará furioso con nosotros por no escuchar, por juzgarlo y subestimarlo. Nunca es útil dar consejos al sabio. Y los niños son muy sabios, hasta verdaderos maestros, en el arte de sanar por sí mismos de la tensión de una tormenta emocional, cuando se les presta atención y se les apoya sin juzgarlos.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Contenido del programa

Los Amigos Zippy es un programa diseñado para ser llevado a cabo en las escuelas. Por lo general tiene una duración de 24 semanas, con una sesión de 45 minutos cada semana.

El programa se basa en una serie de historias. Zippy es un insecto palo y sus amigos son un grupo de niños pequeños, las historias muestran a los personajes haciendo frente a problemas que son familiares para los niños pequeños - la amistad, la comunicación, sentirse solo, la intimidación, los cambios y la pérdida, y como hacerle frente a un nuevo comienzo. Cada historia está ilustrada con dibujos de colores brillantes.
Módulo 1: Sentimientos
Modulo 1Objetivo: Mejorar las habilidades de los niños a reconocer sentimientos difíciles e identificar estrategias para hacer frente a esos sentimientos
Sesión 1: Sentirse triste - sentirse feliz
Sesión 2: Sentirse enojado o molesto
Sesión 3: Sentirse celoso
Sesión 4: Sentirse nervioso
Modulo 2Módulo 2: Comunicación 
Objetivo: Mejorar en los niños su habilidad para comunicar sentimientos
Sesión 1: Mejorar la comunicación
Sesión 2: Escuchar
Sesión 3: ¿Quién puede ayudarnos?
Sesión 4: Decir lo que realmente quiero decir

Modulo 3Módulo 3: hacer y romper relaciones de amistad
Objetivo: Mejorar en los niños sus habilidades para hacer amigos y para hacer frente al rechazo y la soledad
Sesión 1: ¿Cómo mantener a un amigo?
Sesión 2: Cómo enfrentar la soledad y el rechazo
Sesión 3: Cómo resolver conflictos con los amigos?
Sesión 4: Cómo hacer amigos?
Modulo 4Módulo 4: Resolución de conflictos 
Objetivo: Mejorar las habilidades de los niños para resolver conflictos
Sesión 1: ¿Cómo reconocer buenas soluciones?
Sesión 2: Intimidación
Sesión 3: Solución de problemas
Sesión 4: Ayudar a los demás a resolver conflictos

Modulo 5Módulo 5: Cómo enfrentar cambios y pérdidas 
Objetivo: Mejorar las habilidades de los niños para afrontar cambios y pérdida
Sesión 1: Los cambios y pérdida son parte de la vida
Sesión 2: Hacer frente a la muerte
Sesión 3: Visita a un cementerio
Sesión 4: Aprender del cambio y la pérdida

Módulo 6: Juntos lo sobrellevamos! 
Modulo 6Objetivo: Mejorar las habilidades de los niños para utilizar una variedad de estrategias para afrontar situaciones difíciles
Sesión 1: Diferentes formas de hacer frente a situaciones difíciles
Sesión 2: Cómo ayudar a los demás
Sesión 3: Adaptación a nuevas situaciones
Sesión 4: Celebrando juntos


Cada sesión comienza con la maestra leyendo parte de la historia, a continuación, los niños participan en actividades como dibujar, discutir diferentes situaciones y juegos. El objetivo de estas actividades es ayudar a los niños a explorar y entender sus propios sentimientos y comportamiento.

Para los niños pequeños, la repetición es una parte importante del aprendizaje. Cada sesión comienza con un repaso de lo que los niños aprendieron la semana anterior, y los mensajes clave son reafirmados a través de todo el programa. Al final de cada sesión, cada niño, en una hoja de papel, llena individualmente una retroalimentación para reflejar sus sentimientos acerca de cada sesión. 

RECREAR Y ANIMAR A LEER

RECREAR Y ANIMAR

Los profesores tenemos que acercar la lectura a los alumnos de una manera lo más viva, amena y apasionada posible. Se trata de que los niños y niñas se acerquen al libro, lo manoseen, etc.
Aquí señalamos una serie de actividades que podríamos realizar:
  • Animar a leer partiendo de actividades plásticas, que motivan por sí solas.
  • Perder el miedo a la letra impresa.
  • Animar a llevarse libros a casa voluntariamente.
  • Decorar la biblioteca de aula con murales elaborados por ellos mismos.
La lectura es un acto individual, pero como muchos actos individuales, la colectividad tiene una influencia decisiva. Si preparamos al grupo, el individuo seguirá su camino solo, pero el comienzo del camino debe ser acompañado; es más fácil y gratificante.

FACTORES POSITIVOS QUE ANIMAN A LEER.

Si queremos despertar entre los niños y niñas un verdadero gusto por el libro y, lo que es más difícil, lograr que perdure, tenemos que contar con una serie de factores positivos que nos ayuden a ello.
Algunas de esas ayudas vendrán desde la propia familia. El niño que ve leer en su casa tiene más posibilidades de ser lector de adulto. No hace falta que sean libros, basta con tener periódicos y que vean a los padres abrirlos y hojearlos.
El leer no es una virtud con la que nacemos, sino que se va aprendiendo y perfeccionando poco a poco. Es un proceso difícil para muchos niños el de conseguir un mecanismo lector rápido que comporte a su vez comprensión de lo leído.
Un maestro que transmite verdadero gusto por la lectura y actúa como un verdadero animador (recreador de la misma) tiene grandes posibilidades de que sus alumnos lleguen a ser buenos lectores.
Otro de los factores de ayuda al proceso lector, es procurar que manejen el mayor número posible de libros; y cuando decimos "manejen" nos estamos refiriendo a que a sus manos lleguen todo tipo de lecturas, desde el género de terror hasta de aventuras o de ciencia ficción.
Cuantos más libros tengan a su alcance, más
fácilmente lograremos que sean capaces algún día de elegir críticamente.

Sindrome De Down

Check out this SlideShare Presentation:

viernes, 17 de diciembre de 2010

Porque todos los niños deberian acceder a tener educacion es un derecho humano

La estimulacion temprana con niños del Sindrome de Down

Introducción
En los últimos años se ha evidenciado una significativa progresión tanto de naturaleza conceptual como práctica de la estimulación temprana. Este proceso de reflexión y profundización sobre el tema pudiera estar dado por el sin número de programas que se han ido implementando para intervenir, para prevenir minusvalías y aquellos gestados a partir de estudios y prácticas psico-socioculturales, lo que ha permitido aportar nuevos elementos a la definición y al desarrollo práctico de la misma, como son aquellos dirigidos a la familia, a grupos específicos, ejemplo a los niños con Síndrome de Down y a contextos comunitarios concretos. En la actualidad, es común que se incluya a la totalidad de la población infantil, se hace énfasis en que para ello se han creado en diferentes países una serie de programas con diferentes enfoques y vías: institucionales, comunitarios o de orientación familiar.


 Por citar sólo algunos de esos programas cabe mencionar los “Hogares de Cuidado diario” y los “Multihogares” que se desarrollan en Venezuela; los “Hogares de Bienestar Familiar” que se aplican en Colombia por el Instituto de Bienestar Familiar; los “Programas no escolarizados de educación inicial y preescolar” que se llevaron a cabo en México, junto a otros como los de “Cuidado Diario” del Patronato Voluntario mexicano; los diversos programas chilenos no convencionales de educación inicial, tales como “Sala Cuna en el Hogar”, “Jardín a Distancia”, “Conozca a su hijo”; el programa ecuatoriano “Creciendo con nuestros hijos”, que aplica el Instituto Nacional del Niño y la Familia y el Programa “Educa a tu Hijo” que se aplica en la República de Cuba. La estimulación temprana de niños con necesidades educativas especiales en Cuba se aborda en la actualidad como una prioridad desde los ámbitos de Salud, Educación y los Servicios Sociales. Desde estas áreas se detectan y se tratan las situaciones especiales a través de diferentes mecanismos, fórmulas de apoyo y estimulación incluyendo a las familias; con el fin de favorecer la mayor comprensión de las alteraciones o deficiencias que presentan sus hijos y satisfacer sus necesidades lo más tempranamente posible. En 1976 en las Tesis y Resoluciones sobre política Educacional aprobadas por el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, se plantea que el Subsistema de Educación Especial “...trabajará por desarrollar la atención a los niños que presentan limitaciones físicas o mentales con la función social de hacerlos ciudadanos útiles a la sociedad en la medida de sus posibilidades.” Nuevamente en 1981 en los documentos directivos para el perfeccionamiento del Subsistema de Educación Especial (Resolución Ministerial.60/81) se plantea intensificar la atención y educación en edades temprana a los niños que presentan insuficiencias o desviaciones en el desarrollo. Aunque estas temáticas se venían abordando en diferentes documentos no es hasta 1984 que se resolucionan y oficializan las vías para dar atención a estos niños con la emisión de la (Resolución Ministerial 126 /84). Esta resolución tiene como propósito dar respuesta a la población infantil de edad temprana y preescolar que presentan insuficiencias, desviaciones y defectos en el desarrollo, que de ser atendidos desde los primeros años de vida logran mayor grado de corrección y compensación. Para poner en práctica la resolución se inició un trabajo sistemático de intercambio entre los
Solo hay que mirar en esa maravillosa expresión.
.

Krishnamurti. Serie Educación 3/8

Acoso escolar

Bullying o Acoso Escolar

Aprendre a aprendre

Los deberes escolares,a examen

Los deberes escolares, a examen



Por Sara Bennett

Qué nos dice la investigación

- El profesor Harris Cooper de la Universidad de Duke, la persona que más ha investigado sobre los deberes en Estados Unidos, llevó a cabo en 2001 una revisión de más de 120 estudios sobre los deberes escolares y sus consecuencias. En 2006 actualizó la revisión con 60 estudios más. El resultado de todos ellos es que la correlación entre la cantidad de deberes y el éxito en la escuela primaria (hasta los 12 años) es muy pequeña, y sólo hay una moderada correlación en secundaria (a partir de los 12 años). Pero incluso en secundaria, “un exceso de deberes puede reducir su efectividad, e incluso puede ser contraproducente”, escribe Cooper en su trabajo de investigación más amplio [Harris Cooper, The Battle Over Homework, segunda edición, página 26, y “Does Homework Improve Academic Achievement? A Synthesis of the Research 1987–2003”, Review of Educational Research (Spring 2006)].

- Muchos países con los mejores resultados académicos, como Japón, Dinamarca y la República Checa, tienen maestros que ponen pocos deberes. Por el contrario, países como Grecia, Tailandia o Irán, cuyos estudiantes reciben las peores puntuaciones medias, tienen profesores que ponen muchos deberes. Los estudiantes norteamericanos hacen tantos deberes como los de otros países –si no más que otros– pero aun así sus resultados están solo alrededor de la media internacional. [National Differences, Global Similarities: World Culture and the Future of Schooling, por David P. Baker y Gerald K. LeTendre, Stanford University Press, 2005].

- Muchos maestros no han recibido formación específica sobre los deberes escolares durante su carrera. De hecho, las encuestas muestran que la mayoría desconoce que existan estudios de investigación sobre los problemas relacionados con los deberes. [Stephen Aloia, “Teacher Assessment of Homework”, Academic Exchange Quarterly (Fall 2003)]. Por eso, como declaró Cooper a las autoras de The Case Against Homework, acerca de los deberes escolares, “la mayoría de los maestros simplemente improvisan sin reflexionar sobre ello”.

Orientaciones y recomendaciones sobre los deberes

- Según el profesor Cooper, los deberes no deberían ocupar a los niños más de 10 minutos por curso, por día (y sólo de lunes a jueves). En otras palabras, eso serían 10 minutos en primer curso de primaria, 20 minutos en segundo curso de primaria, y así sucesivamente hasta un máximo de dos horas al día en la escuela secundaria. [Harris Cooper, The Battle Over Homework, segunda edición, pág. 26].

- La National Education Association y la National Parent Teacher Association, en Estados Unidos, no recomiendan más de 10-20 minutos de deberes al día, hasta segundo curso, y 30-60 minutos al día de tercero a sexto curso.

- Algunos expertos en educación, como Etta Kralovec, profesora asociada en la Universidad de Arizona Sur, y coautora de The End of Homework: How Homework Disrupts Families, Overburdens Children, and Limits Learning, recomiendan suprimir los deberes por completo.

Información adicional

- Los niños entre 5 y 12 años necesitan 10-12 horas de sueño cada noche. Los adolescentes necesitan 9 horas y media. De acuerdo con una encuesta de la National Sleep Foundation’s, en 2004 en Estados Unidos un 54% de alumnos de primero a quinto de primaria dormía sólo de 9 a 10 horas diarias, y un 17% dormía menos de 9 horas. En la encuesta de 2006, un 80% de adolescentes no conseguían dormir las horas recomendadas. Al menos un 28% se quedaban dormidos en la escuela y un 22% se quedaban dormidos mientras hacían los deberes. [National Sleep Foundation, www.sleepfoundation.org ]

- Según un amplio estudio de la Universidad de Michigan, las comidas familiares son el predictor más fuerte de mejor rendimiento escolar y menos problemas de comportamiento en niños de 3 a 12 años. [Journal of Marriage and the Family, May 2001].

- Según la American Psychological Association, los niños en edad escolar refieren hoy más ansiedad que los niños pacientes psiquiátricos de los años cincuenta. [Journal of Personality and Social Psychology, diciembre de 2000].

- Los niños son más sedentarios que en ninguna otra época, y los deberes son un factor que contribuye al sedentarismo. Desde 1981, la cantidad de tiempo que los niños dedican a hacer deporte ha disminuido en un 58% a los 6-8 años de edad, un 19% a los 9-11 años, 43% a los 12-14 años, y un 28% a los 15-17 años. [Changing Times of American Youth: 1981–2003, Institute for Social Research, University of Michigan, 2004]. Desde 1980, el número de niños con sobrepeso en los Estados Unidos se ha triplicado, según un informe de 2004 de los centros gubernamentales para el control de enfermedades (CDC). Incluso desde 2000, ha habido un aumento significativo: se considera que un 17,1% de los niños norteamericanos de 2 a 19 años tienen sobrepeso. [Journal of the American Medical Association, junio de 2004]. También ha aumentado drásticamente el número de niños con diabetes. El CDC prevé que uno de cada tres niños nacidos en 2000 serán diabéticos. [Journal of the American Medical Association, October 2003].

-----

El cazo de Lorenzo.mov

Parte 1/3: EDUCACIÓN + AUTOESTIMA + ATRAVESAR MIEDOS, entrevista a Ver...

Inteligencia Emocional aplicada a los colegios

martes, 14 de diciembre de 2010

Dialogos de Krishnamurti "El estado de no saber".

1- Si me observo, veo que estoy despierta, y luego duermo, entonces me adentro a mayor profundidad y no duermo, no sueño; de ese modo me encuentro a mi misma.
Krishnamurti: No, señora, si no le importa, atengámonos a una sola cosa durante un minuto.Veo, me doy cuenta de mi manera de vivir;una  manera de vivir fragmentaria: la oficina,la casa,la familia.Bien ¿como me doy cuenta de ello? ¿como lo sé?¿ es un concepto intelectual, o es una realidad?
1- Según parece usted descarta el conocimiento y aprende sobre los hechos.
K-Exactamente.Es decir cuando uno observa el hecho "sin " el conocimiento entonces puede aprender, de lo contrario uno ya 'sabe', o cree que sabe; en ese momento el aprender es creativo, es algo nuevo, uno esta todo el tiempo aprendiendo. De manera que debo descartar no solo a Freud y  a Jung, sino tambien del conocimiento que ayer acumulé  de mi mismo.Antes que nada, ¿eso es posible?

Es increible!!! Que  admiracion por esta excelente persona y sobre todo un gran ser humano !!